Él es el único acreedor de sus
miradas más tiernas. Ella es la única sonrisa que él quiere ver cada día al
despertar.
Ahora ella lo ve entrar por su
patio con el cejo entre confundido y preocupado. Cuando él la ve en la ventana
levanta un brazo torpemente como para saludarla y dejarla tranquila. Ella por
instinto –aunque no parezca precisar ayuda– sale a su encuentro y lo abraza
mientras con sus habilidades mayéuticas averigua qué es lo que pasa, porqué él
llega más temprano hoy a casa.