Cuando me siento mal cambio BRONCA por BRANCA y todo pasa a ser un problema gramatical.

miércoles, 24 de abril de 2013

La felicidad de los simples.


Un señor contreras (que antes estuvo en contra de la misma gente para la que hoy trabaja y defiende, cosa que a la luz de los pensantes lo hace poco serio) le pone una cámara oculta a un pendejo con plata y se frota las manos contento (más por los dividendos que ésta le va a traer y por lo bien que quedará con sus jefes que por el logro periodístico).

Un pendejo con plata (que nadie sabe de dónde salió y que según él no tiene porqué explicar su procedencia) dice haberle tendido una camita al señor contreras, para que muerda el anzuelo y quede evidenciado él y  sus patrones como comunicadores poco comprometidos con la verdad (como si esto no estuviera ya evidenciado). Sale al otro día a los programas de chimentos a decir que todo lo que dijo era mentira y que la verdad se la dará a la justicia a su debido tiempo.


Una señora muy aseñorada (que no sube al colectivo, pero tampoco paga nada) se maquilla su cara de preocupación ante el espejo con marco dorado intentando no dar a conocer su rostro espantado ante tamaño revuelo que armaron el señor contreras y el pendejo con plata. Le alivia un poco el saber que tal vez – si se le da la reforma– se podrá asegurar que el pendejo con plata diga la verdad en la justicia (aunque lo que diga no sea verdad, o si, eso no importa).

Un empresario de dudosos escrúpulos gasta el teclado de su Blackberry. Llama al contreras y le ofrece plata, llama al pendejo y lo amenaza, llama a la señora y le ofrece más plata.

Un guacho que limpia los vidrios se queja ante la vidriera de la cadena de electrodomésticos más grandes del país porque en los televisores dejaron de pasar el futbol y ahora hace un día que pasan las mismas imágenes del pendejo, de la Ferrari, del contreras, del empresario y de la señora.

El señor contreras se va a dormir con suculento plato de ñoquis revoltijeandole en el estómago y su ego ni siquiera entra en su cama.

El pendejo con plata se va a dormir con un tick nuevo en el ojo, producto de los nervios que pasó hoy ante las cámaras. Le calma pensar que durante un tiempo –
gracias a sus gastos desmedidos –  se manduqueó a una de las mejores curvas sin cerebro del país.

La señora se va a dormir con un Alplax bajo la lengua (de otra manera no conciliaría el sueño).

El empresario se va a dormir mientras le encarga a su secretaria un celular nuevo y con teclas más resistentes.

El guacho que limpia vidrios acomoda tres cartones frente a la vidriera y le vuelve la sonrisa a la cara cuando ve el fútbol nuevamente en la pantalla. Se tapa con una frazada que rescató de un camión que iba para La Plata. Apoya la cabeza en la bolsa con sus cepillos y trapos que de noche le hace de almohada. Le ruega al de arriba que el policía de la otra cuadra esté muy entretenido intentando resolver lo del gordo y el pendejo y se olvide de despertarlo a las patadas por obstruir la vía pública.
 Un titular en el LCD de 42 pulgadas le interrumpe el ruego. Una sonrisa le atraviesa la cara de oreja a oreja: Belgrano le metió tres a Quilmes y quedó con 13 en la tabla.
Se duerme plácidamente.

¡Viva el fútbol para todos!

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