Cuando me siento mal cambio BRONCA por BRANCA y todo pasa a ser un problema gramatical.

jueves, 8 de agosto de 2013

Todo va a estar bien.

Él es el único acreedor de sus miradas más tiernas. Ella es la única sonrisa que él quiere ver cada día al despertar.

Ahora ella lo ve entrar por su patio con el cejo entre confundido y preocupado. Cuando él la ve en la ventana levanta un brazo torpemente como para saludarla y dejarla tranquila. Ella por instinto –aunque no parezca precisar ayuda– sale a su encuentro y lo abraza mientras con sus habilidades mayéuticas averigua qué es lo que pasa, porqué él llega más temprano hoy a casa.

viernes, 3 de mayo de 2013

Imprevisto


Tomb tomb, tomb tomb… 

Seis de la de la mañana en la capital. Se levanta y sin abrir los ojos palpa sus lentes en la mesita de luz. Va al baño, se los saca y se lava la cara para volver a ponérselos. Mientras retoca su barba con la Philips, mira su Smartphone que acaba de sonar. <<Soja Rosario $1657>> puta madre, hubiera vendido antes. No importa, puede esperar a que suba otra vez. 

miércoles, 24 de abril de 2013

La felicidad de los simples.


Un señor contreras (que antes estuvo en contra de la misma gente para la que hoy trabaja y defiende, cosa que a la luz de los pensantes lo hace poco serio) le pone una cámara oculta a un pendejo con plata y se frota las manos contento (más por los dividendos que ésta le va a traer y por lo bien que quedará con sus jefes que por el logro periodístico).

Un pendejo con plata (que nadie sabe de dónde salió y que según él no tiene porqué explicar su procedencia) dice haberle tendido una camita al señor contreras, para que muerda el anzuelo y quede evidenciado él y  sus patrones como comunicadores poco comprometidos con la verdad (como si esto no estuviera ya evidenciado). Sale al otro día a los programas de chimentos a decir que todo lo que dijo era mentira y que la verdad se la dará a la justicia a su debido tiempo.

viernes, 19 de abril de 2013

Papelitos (de Jorge Mario a Francisco)


Es el tercer papelito seguido que tiene tu nombre. Las caras se vuelven a tu silla.

No fuiste para quedarte, lo sabes, pero también sabes que eso no lo decidís vos. Agachas la cabeza mientras escuchas.

El que se sienta a tu lado te sostiene el brazo y te lo aprieta en signo de compasión. Un nudo se te trenza en la garganta mientras pronuncian tu nombre otra vez, ahora ya perdiste la cuenta pero supones que van diez.

lunes, 21 de enero de 2013

Navidades paralelas


Uno.

Aquel veinticuatro estuve a punto de tirar la toalla antes de noche buena.  

Si es que hay un día en que me arrepiento de haber sido enfermero es en vísperas de navidad,  el veinticuatro de diciembre entrada la tardecita. 

Podría arrepentirme de mi oficio por muchos motivos y en muchos momentos. Podría haberlo hecho cuando la mitad de mis compañeros de salida me catalogaban de puto por la carrera que había elegido (terminé tapándoles la boca la vez que me vieron manejando el lujoso Audi A4 de la doctora más joven, más rubia y más buena del círculo médico provincial), también podría haber tirado todo al diablo cada vez que la mamá de un nene dolorido por un pinchazo me trató de incompetente / insensible / incomprensible y cuantas palabras comenzadas en “in” Ud. se imagine  (sí, no se ría… también insecto), pero no lo hice.  En ninguno de los momentos desalentadores de mi carrera se me ocurrió arrepentirme de mi vocación hasta que llegó el primer veinticuatro de diciembre y me di cuenta de que cada año que me tocara pasarlo en el hospital, tendría que hacer el esfuerzo sobrehumano de no presentar la renuncia, de aguantármela hasta el otro día, cuando sabía que las cosas volverían a la normalidad.