Cuando me siento mal cambio BRONCA por BRANCA y todo pasa a ser un problema gramatical.

sábado, 19 de febrero de 2011

El hombre invisible

Jugar al hombre invisible no es tan emocionante como lo vemos de chicos.
A veces hay cosas que nos resultan imposibles, inalcanzable, las anhelamos tanto que suponemos que si un día la alcanzáramos, la felicidad absoluta llegaría a nuestras vidas para quedarse.
Mentiras! – Digo gritando – Toda mi infancia mi juego preferido, el que jugaba antes de dormir sin contarle a nadie, fue el hombre invisible: imaginar que podías meterte donde quisieras a ver las cosas que pasaban mientras vos no estabas, principalmente mientras los demás pensaban que estaban solos, ya que cuando estamos bajo la única compañía de nuestra propia soledad, somos realmente nosotros, con nuestros errores y nuestros aciertos, con aquellas cosas que nos encanta hacer pero que jamás haríamos en público: conquistar el espejo, besar nuestra almohada sin que nos importen la plumas, como si fuera la mujer de nuestras vidas y no nos molestara en lo más mínimo que no se afeitase en invierno, y tantas otras cosas que hoy me dan vergüenza contar, por más que ustedes no sepan quién soy, por más cierto que sea que jamás vayan a conocerme.

viernes, 4 de febrero de 2011

Ella, la sumisa.

Una fila serpentea por todo el lugar. Suspiros, abucheos, un cajero se levanta al baño mientras la mitad de la fila le recuerda los vicios de su madre. La gente en los bancos se vuelve misteriosamente intolerable y eso, aunque misterioso, es algo lógico: los bancos son los únicos lugares en donde hay que hacer cola para pagar.
Yo no me exaspero, al contrario, debo ser el más tranquilo de la fila, sospecho que la gente en unos minutos también se va a enojar con migo por estar tan tranquilo, mi bajo perfil (o mi cobardía si es que así quieren llamarlo) me impide emitir sonido alguno de agravio contra la entidad o sus trabajadores. Aprovecho el tiempo en la cola para filosofar sobre algunos temas que me dan vueltas por la cabeza, hoy me ocupo de lo compleja que es la sociedad y sus prejuicios. Algo interrumpe mi vuelo, algo llama mi atención, un frío seguido de petrificación recorre mi cuerpo de pies a cabeza y endurece hasta esas zonas que uno evita endurecer cuando lleva pantalón de vestir.

martes, 1 de febrero de 2011

Inconsciente el colectivo!

Esto es raro, casi que muy, hasta me parece que estoy siendo el personaje de una macabra canción.
Hasta hace unas horas todo estaba bien: volvía del trabajo, iba a mi casa, probablemente pelearía con mi novia por cambiar el fútbol de los Miércoles a los Lunes; problemas normales, cosas de la rutina, nada de otro mundo y todo demasiado de éste.
El mp3 tocaba Spinetta - no es Spinetta de Pescado Rabioso - el otro, el de ahora: el de "una mañana". Por calle Moreno todo siempre parece muy normal, la gente camina en direcciones diferentes (como en toda ciudad chica), y no hay posibilidad de seguir al montón (justamente porque el montón no existe). Uno camina solo por calle Moreno, saludando a quien quiere y esquivando a quien no con el ya conocido ademán de ir escuchando a Spinetta - el de ahora - y mirando las baldosas que pisa, como si este fuera un dato visual más interesante que mirar a quien pasa.