Cuando me siento mal cambio BRONCA por BRANCA y todo pasa a ser un problema gramatical.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Retrovisor

Vendo Volkswagen Gol 2007, joya joya nunca taxi.

Esa sería una hermosa descripción para un clasificado aceptable, pero lo cierto es que sería una mentira descarada.

Desde que lo compró le puso la bandera y fundó así su propio negocio, ya era dueño de su flamante remís. Ahora, ya devenido en chatarra, tras kilómetros y kilómetros, tras haber recorrido hasta el más impensado recoveco de la ciudad, tras haber sido el transporte de miles de personas y tras haber escuchado y hasta a veces vivido cientos de historias al azar, el viejo remís ya no era lo que solía ser.


Él hacía generalmente el horario nocturno hasta las nueve de la mañana, decía que así disfrutaba más de sus tardes, que creía más largas que las mañanas. Ese día al apenas asomar el primer vestigio del sol resucitando, recibió por su handy la dirección de su próximo pasaje. Su mañana terminaba de iluminarse y su rostro empezaba a tomar un brillo imposible para cualquier persona a esa hora del día. Hace tiempo esperaba ese pasaje.

Era la tercera vez que ella subiría a su remís, las otras dos habían sido viajes cortos de no más de veinte cuadras en los que nunca alcanzaba a armar una conversación, nublada su lengua del pudor y la congoja que causa el sentirse obligado a decir todo el tiempo algo que no lo hiciera quedar como un tonto, o al menos disimularlo.

Los dos viajes habían terminado con escasas palabras, solo parte del protocolo, pero este debía ser distinto: este sería un viaje de veinte kilómetros en donde era casi obvio que entablar una conversación haría más llevadero el trajín.

Ella subió y saludó como corresponde, justo antes de decirle su destino. Él solo atinó a presionar su handy y repetir el típico “habilitamemarta”, mientras pensaba con exactitud las palabras justas para comenzar el intercambio.

Acomodó su retrovisor para poder verle el rostro y descubrió que ella se había acomodado contra la ventana, como quien espera el primer bostezo pera darle rienda suelta a una siesta en movimiento. Todas sus expectativas se desvanecieron, pero se conformó con ser espectador silencioso de ese sueño, de su figura angelical.

Su pelo de un castaño perfecto, caía sobre sus hombros y culminaba en puntas desparejas, él pensó en lo raros que eran los cortes de pelo últimamente, pero eso no le importó ni le impidió seguir desfrutando de tan generoso espectáculo.

Pocas veces bendijo tanto los posos y los badenes de la ciudad, que con el temblequeo ocasionado hicieron que la cabeza de su pasaje se tornara hacia el medio del vehículo, dejándole ver sus ojos, que, aunque cerrados, seguían hermosos, tanto que con un poco de imaginación esbozó una imagen en su mente de esos ojos abiertos, mirándolo. El sol, que desde la luneta robaba un espacio en su retrovisor, iluminaba esa tez blanca, impoluta, imposible, dándole un brillo casi celestial.

Todo transcurría tan lento y la magia del momento era tan especial que podría haber dado la vuelta al mundo de un solo viaje sin ni siquiera bajar la bandera.

Seguía absorto intentando imaginar qué estaría soñando en ese preciso instante. Le molestó la idea de que fuese otro hombre el protagonista del sueño.

En ese pensamiento estaba cuando los párpados se abrieron suavemente y sus ojos – los de ella – fueron directamente hacia el retrovisor, descubriendo así, infraganti, al espía de sus sueños.

Él no pudo disimular la sorpresa, pero algo hizo que dejara su vista en las dos hermosas esferas celestes. Pensó que estaría pasando vergüenza, pero descubrió sorprendido como los labios del asiento trasero  se arqueaban suavemente devolviéndole una sonrisa y un buen día.

El tiempo se detuvo.
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Vendo Volkswagen  Gol 2007, chocado. Atención desarmaderos.

Él ni siquiera vio la sombra del colectivo al llegar al bocacalle. A veces tenemos la suerte de que nuestros últimos momentos sean los más hermosos de nuestras vidas.

A veces, el amor al volante mata.

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